Por Federico Droller, profesor MBA.
Doctor en Economía, Brown University.
El estrés financiero, las preocupaciones por las deudas, la falta de ahorros y liquidez, sumado a la incertidumbre económica enfrentada por muchos hogares y micro emprendedores, han afectando de manera negativa a la salud mental. Este vínculo estrecho entre fragilidad financiera y salud mental se exacerba en periodos de crisis, como la actual pandemia causada por el coronavirus. El deterioro de la salud mental, en especial en los segmentos más vulnerables de la población, dificulta sobreponerse a una situación económica crítica o un periodo de desempleo.
El deterioro en la salud mental puede manifestarse de diversas maneras, mientras algunas personas tienden a sentirse tristes o irritables, otras tienden a experimentar problemas de insomnio, ansiedad o síntomas físicos como dolores de cabeza. Estas condiciones tienden a interactuar entre sí, amplificando su efecto negativo.
En un estudio reciente, realizado junto a Florencia Borrescio-Higa y Patricio Valenzuela—académicos de la Universidad Adolfo Ibañez y de la Universidad de Los Andes, respectivamente, exploramos el vínculo entre fragilidad financiera y salud mental en los chilenos, utilizando una muestra de 2.552 hombres y mujeres de todo el territorio nacional y de diversos niveles socioeconómicos.
Nuestros hallazgos muestran como la pandemia ha generado un deterioro de la salud mental en cierta parte población, y sugieren que dicho deterioro puede ser atribuido en parte a problemas financieros (por ejemplo, dificultades para pagar un crédito de consumo o hipotecario) originados principalmente en la pérdida de empleo o reducción del ingreso laboral. Los resultados, además, enfatizan el rol del ahorro: individuos que han tenido ahorros para enfrentar la actual crisis económica o un período de desempleo, han sido menos sensibles a sufrir problemas de salud mental, en comparación a individuos que no contaban con ahorros suficientes.
En el actual contexto de crisis sanitaria, confinamiento y fragilidad financiera es importante que las autoridades provean herramientas que ayuden a los ciudadanos con mayores dificultades―en particular los desempleados y microemprendedores directamente afectados por el confinamiento―a mitigar los efectos que la pandemia está causando tanto a nivel de actividad económica, como en la salud mental.
Las acciones deben ir más allá de un simple subsidio económico. Urge una mayor provisión de iniciativas de educación financiera que nos permita ajustarnos a nuestra nueva realidad. Distinguir entre necesidades y deseos, generar presupuestos eficientes y cotizar la mejor alternativa de crédito son algunas de las formas en que podemos mitigar nuestra fragilidad financiera de manera de tener una mayor tranquilidad. Finalmente, urge un acceso igualitario al diagnóstico y tratamiento de salud mental.